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Crítica de «El Círculo» o cuando la Red Social desata a la turba.

Vengo del cine, parloteando en el coche sobre el final de El Círculo, peli en el que la más que solvente Emma Watson interpreta a Mae, una trabajadora de una empresa que no te deja muy claro en un principio qué hace, pero que tiene pintas de ser como un Google con esteroides, invasivo y con mogollón de “buenrollismo”.

A lo largo de la peli vemos esas cosas que tanto nos saca de quicio (o al menos a mí, que soy un conspiranoico en potencia e irredento): la hiperconectividad, la “transparencia” de la información, la pérdida de la privacidad, lámparas de cuernos de ciervo… brrr… cosas grimosísimas, vamos.

el cícrulo

Qué mal rollo da la Watson mirando fuerte…

Total, que como esta es una crítica desaforada y a mi rollo del asunto, y, repito, MI BLOG, MIS IDAS DE OLLA, voy dejando constancia de  lo que me ha parecido la pinícula.

Vaya por delante que no pretendo hacer críticas serias. Ni tengo el talento de Dayoscript ni soy Carlos Boyero. Sacad vuestros conclusiones de la afirmación… jejeje.

En fin, a lo que iba: la peli me ha dao grima. Es decir, grima de la de verdad. No soy fan de las pelis de terror, para nada. Para eso ya me doy de tortas suficientemtne con las administración pública. Deja, deja. No. Da grima porque habla de la privacidad, habla de la pérdida de ésta, de cómo si no estás conectado, si no estás pendiente de decir lo que opinas, lo putamente perfecta que es tu vida (mentiiiira), los demás “no saben nada de ti”. Pos vale.

Hay un momento en la película, que no sé si será uno de los puntos de trama, donde le dicen a la srta Watson que “hay que ver que no participa, que no se ha puesto en contacto con nadie en todo el fin de semana”. Los dos pili y mili que se lo cuentan, muy integrados y sonrientes ellos, tienen el aspecto de Testigos de Jehová millenials mezclado con la falsa simpatía de los del Opus Dei. O sea, nena, que te tenemos fichada y no te hemos olido en las últimas reuniones. Dónde has estao, y tú de quién eres, y quién es el y dónde se enamoró de ti, y esas cosas.

A partir de entonces y por susto a perder el curro, la Watson se mete cada vez más en el trasunto y publica de tó en las redes sociales que, para quien lo entienda, es como si a Google le funcionara Google Plus como si fuera el Facebook mezclado con Twitter.Imaginad la pesadilla. Si Google + ya de por sí da grimita…

A PARTIR DE AQUÍ SPOILERS.

Avisados quedáis.

Total. En la peli pasan más cosas, y ya espoileo a lo bruto: que si ella lleva una cámara 24 horas al día, que si le atropella un barco, que si pillan a los padres chingando con aparatejos porque el padre tiene una enfermedad chunga…

Por el camino no dejan de tener ideas a cada cual más diver; tiene reuniones en plan “y si, y si, yyyy siiii….” como cuando eras crío y se proponía un juego entre los colegas. Si no lo habéis hecho, no tenéis infancia. Y cada idea es más descabellada que la anterior, llegando  al punto de que no tienen reparos en proponer que si no tienes una cuenta de correo de ellos, no podrás votar. Y que ya que estamos, presionemos a los gobiernos para hacerlo obligatorio. Vamos, que es un Big Data desaforado dejándolo en manos de informáticos e ingenieros. Que ya sabes lo que pasa. La última vez se les escaparon dinosaurios.

El punto que me gustó de la película, las cosas como son, fue esa parte en la que se desata la turba. Todos aquellos que quieren colaborar, que muestran que estar interconectados puede ser útil… a la vez que peligroso, porque, señores, una turba bienintencionada es igual que otra con horcas y antorchas. Se dispersa la responsabilidad, todos «colaboran», y… pues eso, muere gente. Porque la turba, la gente, el público no son más que un odioso rebaño con colmillos que no se hace responsable de nada.

Que sí, que se le podría sacar mucha más punta a todo eso: tiene un potencial bestial y sólo se quedar en rayar un poquito la superficie (y no hablemos ya del papel del pobre Jon Boyega, el chico de Star Wars VII que era un clon y se dedicaba a sudar, que no hace otra cosa que poner caras sombrías y tratar de ligotear torpemente a una confusa Emma Watson cada vez que se pasa por ahí). Boyega al final sólo es un facilitador, y Watson, cuya interpretación gusta, aunque a veces el personaje tenga un par de tortas por falta de consecuencialidad, es la niña popular del sitio.

En fin, resumiendo: la película habla de la privacidad, coge el toro por los cuernos, pero lo deja pasar. Tom Hanks sonríe mucho. Y es el malo, pero es un malo que psché. Meh. En fin. No es el típico genio de “voy a amenazar hasta a tu gato”, sino que tiene ideas, pero luego se hace popó cuando se da cuenta de que le han dado demasiado poder al personaje Emma Watson.

Y es finalmente este personaje quien introduce un cambio. Fijáos que yo creía que esto iba a acabar mal, en plan: pos a tomar viento, publico vuestra mierda y le meto una granada a los servidores, y angelitos al cielo.

Pero no. Emma Watson da un golpe de estado y poco menos que instaura el Terror de Robespierre, a lo 1793. Tó gore. A tomar por saco, en plan pues ahora TODOS metidos en la Red Social. Y a tomar pulculo. A ver quién es el guapo que la lía.

Claro que ese final tiene posibilidades, pero ahí ya se cansaron de pensar y te dedicas tú a comerte la cabeza.

Te la recomiendo (como diría el inefable Ángel Sanchidrián) si te gustan cosas como 1984, Equilibrium (pero sin pistolas), Un mundo feliz, y todas estas cosas que hacen que te prepares para un futuro chungo y de ano encogido, y donde no te fías del prójimo ni para cruzar la calle. Ni un poquito.

PD: y no salen pistolas.