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Uno de mi grupos favoritos es, sin duda Amon Amarth. Un Death Metal de Gotemburgo de tema vikingo, que no Viking Metal, no, por todos los dioses. Los que disfrutamos del metal, muchas veces, nos aberramos tanto como nos deleitamos con las etiquetas de nuestra música favorita. Vamos, os lo aclaro rápidamente: Amon Amarth hace Death Metal Melódico (menos agresivo que el Death puro de Carcass, por ejemplo), pero sigue siendo técnico, muy bien elaborado y complejo, rico en matices y riffs, con su profundidad. El Viking Metal proviene en su raíz del Black Metal Noruego, es oscuro, rápido, más estridente y con unas voces distintas, y con adornos del folk escandinavo. De hecho Amon Amarth no gusta de ser etiquetados como Viking Metal.

Aclarado este punto, os hablo un poco de la banda. No son frikis. No, qué va. Que la banda lleve el nombre del Monte del Destino en élfico sindarin es pura casualidad. Claro. De hecho la primera demo de Amon Amarth tenía temática tolkeniana, pero pronto se les pasó y desde entonces berrean alegremente sobre el joy & sorrow de ser vikingo, de los tiempos antiguos, de morir matando y de navegar, saquear, el Ragnarok y los gigantes y todo lo que envuelve tanto el antiguo modo de vida vikingo como la propia mitología.

Amon Amarth

Cuando un verraco como este te berrea historias, tú escuchas…

Son un grupo coherente, que gustan de los escencarios tochos, con drakkars, humo, fuego y escenografía chula que da un trasfondo a sus letras, muchas de ellas preñadas de la poesía nórdica de la vida y la muerte, de la épica de los destierros y las luchas a muerte.

Yo, os comento, descubrí la banda por su single «The Pursuit of the vikings», y después me enamoré perdidamente de sus letras con «Runes to my memory», que me perdió tremendamente. Tanto me gustó esa canción que fue el germen de una novela que un día acabaré de parir de tema evemerista. De hecho el disco al que pertenece la última canción, With Oden at our side, es uno de mis favoritos, con su tono de larga saga al amor de la lumbre y cancionacas extremadamente épicas (pero no trompeteras como les pasa a Rhapsody of fire) como «Cry of the black birds», la ya mencionada de las runas y la cuasi balada «Under the northern star», que me encanta profundamente por su tono oscuro e invernal. Este disco es una joya, seguido por el Fate of Norns (que lo precede en el tiempo).

Después sacaron el Twilight of the Thunder God, el Surtur Rising y el Deciever of the gods álbumes, el primero muy muy bueno y los otros dos en la estela, más Death, muy contundentes, duros, incluso. Y llegaron el año pasado con este, con el Jomsviking… Y me volvieron a encantar como con el With Oden… No es que los anteriores no me gustaran, que lo hicieron, pero de lejos no los he escuchado tanto como éste. Y he aquí que el último disco me ha gustado tanto que ya he perdido la cuenta de las escuchas. Entre otras cosas me ha gustado su riesgo por hacer un disco conceptual, que no hacían desde el primero. Y les ha salido redondo. Algunos pueden echar de menos más contundencia, quizás, o que Hegg parece que no se emplea a fondo en las voces más rajadas y potentes… pero no es así, al contrario: está más contenido, trabajando más las letras. Porque este disco saca de Amon Amarth lo que más me gusta de ellos…

Que cuentan historias. ¡Y vaya historias!

Me encanta eso, que sean capaces de relatarte algo, más que deslabazar canciones. No, en este caso más patente que en otros donde te relatan pequeños episodios o pensamientos, sucesos y narraciones nordicas canónicas de las Eddas. Esta vez se emplean a fondo, con canciones que discurren por la vida de un hombre que, por un asesinato por amor (ya sabéis, romanticismo vikingo forevah) es desterrado y perseguido y se junta con una banda de bandanas como él, los míticos Jomsviking que dan título al disco. Y ahí se lía. Te va contando toda la historia tremenda de evolución y de regreso, con un final cantado por Johan Hegg y Doro Pesch a dos voces que es una maravilla y un epílogo de 7 minutos que no se hace pesado para nada.

 

Y es que lo que siempre me ha encantado de esta banda son sus historias, la forma que tienen de transmitírtelas, de hacértelas llegar y redondearlas, de que puedas ver las imágenes de lo que te cuentan, la crudeza de las escenas, la dureza de la vida y la muerte, casi sentir el helor de la nieve y el mar, el ardor de la guerra, el miedo y la determinación implacable, rodeado todo ello de una música potente, demoledora, muy trabajada, melódica y bella.

¡Así que, escuchadla, malditos! Está todo en Spotify y en Deezer, de gratis, pa que os quejéis.

 

 

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